La inteligencia para conocer lo que aconteció en el pasado exige trasponer umbrales. (...) Habría que acotar sin embargo que, de la
mano de muchos fabricantes actuales de ficciones históricas, tan pretenciosas como vulgares, ese umbral puede transformarse en el
pórtico de unos templos imaginarios en el cual los oficiantes marcan el lugar del paraíso y del infierno. (...) Nuestro país padece la
indigestión de estas manías desde hace muchos años, hasta el punto de que el estilo judiciario se confunde con los orígenes de
nuestra historiografía.
La nueva entrega de las biografías de Rogelio Alaniz acerca de los hombres y mujeres más destacados de nuestro pasado entre
1880 y 1912, de Roca a Sáenz Peña, es, en este sentido, una importante excepción, no porque se encuentren hallazgos inéditos en
estos «retratos en miniatura», como Lytton Strachey tituló una de sus bellas recopilaciones de siluetas históricas. La excepción deri-
va más bien de la presencia de una prosa atractiva y abierta, plural en la visión de los retratos y de los escenarios, rebelde al dogma sin recurrir habitualmente a la enumeración de citas, fusiona en un acto narrativo siempre incitante la bibliografía de vieja y nueva data. (...) Estamos aludiendo a una manera de entender la historia capaz de sortear trampas sucesivas.
Alaniz lo ha hecho (...) con pasión y distanciamiento, lo propio tal vez de un constructor de umbrales.
Fragmento del prólogo de Natalio Botana

PROGRESO. Hombres y Mujeres de Roca a Sáenz Peña. Rogelio Alaníz

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La inteligencia para conocer lo que aconteció en el pasado exige trasponer umbrales. (...) Habría que acotar sin embargo que, de la
mano de muchos fabricantes actuales de ficciones históricas, tan pretenciosas como vulgares, ese umbral puede transformarse en el
pórtico de unos templos imaginarios en el cual los oficiantes marcan el lugar del paraíso y del infierno. (...) Nuestro país padece la
indigestión de estas manías desde hace muchos años, hasta el punto de que el estilo judiciario se confunde con los orígenes de
nuestra historiografía.
La nueva entrega de las biografías de Rogelio Alaniz acerca de los hombres y mujeres más destacados de nuestro pasado entre
1880 y 1912, de Roca a Sáenz Peña, es, en este sentido, una importante excepción, no porque se encuentren hallazgos inéditos en
estos «retratos en miniatura», como Lytton Strachey tituló una de sus bellas recopilaciones de siluetas históricas. La excepción deri-
va más bien de la presencia de una prosa atractiva y abierta, plural en la visión de los retratos y de los escenarios, rebelde al dogma sin recurrir habitualmente a la enumeración de citas, fusiona en un acto narrativo siempre incitante la bibliografía de vieja y nueva data. (...) Estamos aludiendo a una manera de entender la historia capaz de sortear trampas sucesivas.
Alaniz lo ha hecho (...) con pasión y distanciamiento, lo propio tal vez de un constructor de umbrales.
Fragmento del prólogo de Natalio Botana